Carta de amor al hockey sobre patines
Texto extraído del libro Con otros ojos (Fernando Muñoz):
Es cierto lo que dicen. Te amo. Amo los momentos que pasamos juntos. Te amo en la intimidad y entre la euforia de la gente. Te amo porque eres único, eres la chispa que enciende la llama que me mantiene vivo. Eres tú, hockey.
La gente que ama la vida, ama al hockey en consecuencia. Porque el hockey es sin duda una de las mayores expresiones de la vida. Es un deporte que te enseña todas las facetas del mundo. Te enseña a caer y luego levantarte, a celebrar los éxitos, a llorar los malos momentos, a cuidar a los de tu alrededor y a luchar hasta tu último aliento.
Recuerdo con anhelo aquellos momentos de mi infancia, cuando mis amigos chutaban las piedras que veían por el suelo, fingiendo ser estrellas del futbol. Yo, buscaba siempre una rama de árbol para darle. Muchas veces cuando llegaba ya no habían piedras, pero yo no era capaz de entender la vida sin un stick en mis manos. No era capaz de entender la vida sin ti.
Siempre me emocionaron tus detalles. El crujir de los patines, la velocidad de tu juego, el estremecedor ruido de la pelota y el stick. El hockey no es solo un deporte, es arte. Es la magia que junta la potencia con las formas únicas del movimiento del esférico. En este deporte yo no puedo ver solo resultados, ya que en ti yacen muchas cosas. Los olores, los pabellones, hay tantas peculiaridades que hacen de esto algo único. Quería que el resto te vieran como yo te veo. Mis ojos empezaron a ser los ojos de muchas personas. Mi voz, la voz que intentaba acercar la emoción que yo siento cuando te veo.
Y yo, un niño inocente, el cupido que intentaba que el resto se enamorasen de ti como yo lo estaba. Y aquí sigo, enamorado hasta mi última célula, intentando devolverte todo lo que hiciste por mí. Porque no me diste la vida, pero sí un motivo para vivirla.
Adrián Dolz Sánchez

FOTO: FERNANDO MUÑOZ