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Crónica de una final épica

No se trataba de un partido cualquiera, ni era un escenario cualquiera, sino que era el partido soñado por cualquier deportista: la final del campeonato del mundo defendiendo la camiseta de tu país. En las gradas eran pocos, “pocos pero buenos” , de los que se hacen oír, de los que dan al equipo la motivación necesaria para seguir adelante en los momentos más duros. Las plantillas de los equipos eran inmejorables, es decir no faltaba nada para completar el que se preveía como un día histórico; y así fue.

Los dos equipos empezaron el encuentro con mucho respeto, tanto por el escenario, como por el rival que tenían delante, ya que sabían que para ganar tendrían que trabajar, sufrir esforzar-se, y aún así no tenían garantizada la victoria. Poco a poco los dos equipos fueron de menos a más y entraron en el partido. Cada uno se va perfilando con un estilo de juego diferente, que sería lo que decantaría la final. Portugal se postulaba más hacia un juego dentro de su zona de confort, intentando aprovechar errores del rival o en jugadas a balón parado, donde son muy fuertes para poner-se por delante, y así defender el resultado, lo cual se le da muy bien. Hasta que Albert Casanovas con una gran jugada del conjunto español a falta e 5 minutos para finalizar la primera mitad, logra romper el partido y dar paso a una final que quedará para la historia. Portugal, tras el gol de España queda en estado de “shock”, que los hombres de Alejandro Domínguez detectan, y aprovechan para irse al descanso con un marcador favorable de 2-0.

El segundo gol fue un punto de inflexión para los portugueses, que utilizaron el descanso para tomar conciencia de la situación. Reaccionaron en los vestuarios y salieron a la pista concentrados en la consigna marcada por el seleccionador portugués Luis Sénica; jugar al ataque. No tardó mucho en hacer efecto el cambio de táctica ya que pocos minutos después de volver al terreno de juego, un chute lejano a la desesperada entraba en la portería defendida por Xavi Malián, para recortar distancias y dar esperanzas a los portugueses que se veían derrotados al descanso. Al primer gol de los portugueses se le añadió la tarjeta azul para España, por lo tanto, superioridad numérica para Portugal, que lo supo gestionar muy bien, y con una posesión rápida, consiguen definir a la perfección para empatar un partido que se estaba volviendo loco, y encender todas las alarmas en España.

Pero lo mejor aún estaba por llegar. Ya con igualdad numérica y con la emoción e igualdad por las nubes el partido se convierte en un encuentro de ida y vuelta, pero ningún conjunto era capaz de volver a decantar el marcador para un lado, y dominaban las tablas hasta que Edu Lamas, actual jugador del Liceo, con una serenidad y calidad admirables volvía a poner por delante a España en el marcador, con un disparo alto y potente en el que el portero portugués no pudo hacer nada para evitar el que sería uno de los mejores goles del mundial.

Con el resultado a favor, España no se echa a atrás, y mantiene la posesión del balón, buscando la sentencia definitiva al partido, a la par que Portugal se desespera. Pero no todo estaba perdido para Portugal, cuando consiguen robar un balón a falta de 1 minuto para acabar el partido, pero no consiguen el ansiado empate, lo que provocará un contraataque de España que irá decidida a buscar la sentencia del partido. El portero portugués en un éxtasis de desesperación por recuperar la pelota sale con todo, no conseguirá su objetivo sino que además provocará una falta directa en contra y una tarjeta azul para Portugal.

Alejandro Domínguez pide tiempo muerto para dar una indicación que cambiará la historia del hockey patines español. Raúl Marín, vigente campeón de Europa con el Reus será el encargado de lanzar la falta directa a favor, y Alejandro le pidió que chutase el balón detrás de la portería, coger el rechace y aguantar la pelota. En la teoría parece fácil, Raúl tiene la responsabilidad bajo sus hombros de que su equipo aferre el resultado que le daría se decimoséptimo mundial de su historia. Todo va según lo previsto, pero en España no cuentan con la picardía de Portugal que tras un forcejeo con Raúl Marín un jugador portugués cayese al suelo y el árbitro entendió que esa acción era merecedora de falta directa a favor de Portugal, y tarjeta azul para Raúl Marín. Antes de que se diera cuenta, el colegiado argentino tenía un mar de jugadores españoles reflexionando sobre la paranoia de qué largos pueden llegar a ser 10 segundos, a su alrededor protestando por la reciente decisión tomada.

España entera que ya estaba celebrando la conquista del mundial sintió una sensación de desconcierto, rabia y sufrimiento por la falta directa a favor de Portugal, pero todas esas sensaciones estaban diluidas por la merecida confianza depositada en el actual portero del Liceo, Xavi Malián, debido al gran mundial que está haciendo con la selección española. Como era de esperar, Xavi detiene la falta, y el rebote, pero con lo que no contaba nadie era que el siguiente rebote le caería al delantero portugués en el stick, y Xavi Malián no puede hacer nada para detener el tercer disparo del portugués. El 3-3 sube al marcador y el mundo del hockey patines queda paralizado y atónito debido a los acontecimientos en la gran final.

Ese gol daría paso a una prórroga donde el marcador no se movería más, pero que fue de infarto para un gran número de aficionados. Y si España se merece esta copa es por el orgullo de ganar, la ambición, el hambre de victoria que le han hecho seguir luchando esta final como si no hubiera pasado nada, porque lo fácil sería haber-se dejado llevar por la tristeza y desilusión del momento, pero eso no es lo que caracteriza a una selección ganadora como es la selección española, aquí nos han demostrado el espíritu que les ha hecho ganar 17 copas del mundo, “porque los jugadores van y vienen, pero el espíritu persevera”, está intacto, es la esencia de está selección campeona del pasado del presente, y con un futuro no se si con títulos, pero seguro que estará lleno de espíritu y alma ganadora, en cada pase y en cada chute que hagan los que tengan el honor de defender esta camiseta.

Y llegaron los penaltis, donde los nervios están a flor de piel y donde los jugadores han de demostrar su carácter y destreza, y donde más han de sentir la camiseta. En los primeros lanzamientos ningún equipo ha estado acertado, pero Portugal ha roto el hielo con un disparo inalcanzable para Malián, y España no conseguía empatar. Todo parecía perdido y éramos pocos los que creíamos, que cada vez hemos sido más hasta que el empate ha subido al marcador, e inmediatamente, los nervios se han apoderado de la selección de Portugal, lo que explica que su siguiente penalti no fuera ni tan siquiera entre los 3 palos. Y llegó, llegó el penalti decisivo que cambiaría la vida de todos los integrantes de la selección española en este mundial que no olvidarán jamás, y que ha devuelto la gloria a quien más lo merecía.

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